La Democracia
Una
palabra que usamos con total comodidad hoy en día es “democracia”. Parece que
todos sabemos de qué se trata; incluso diría que la mayoría de nosotros
pensamos que somos expertos en cómo debería ser la
democracia. Es una parte inherente de nuestras vidas hoy en día, cosa que para muchos constituye un auténtico logro de la humanidad.
democracia. Es una parte inherente de nuestras vidas hoy en día, cosa que para muchos constituye un auténtico logro de la humanidad.
Cuando
hablamos de democracia, creo que todos pensamos en un gobierno elegido por el
pueblo y que gobierna benévolamente a favor del pueblo. Pensamos en un gobierno
que existe porque lo ha votado el pueblo y sirve la voluntad del pueblo. Cierto
es, que luego este ideal se trastorna un poco en la realidad. Pero bueno,
decimos, nunca vamos a vivir en utopía tampoco, ¿verdad? En realidad, la
democracia auténtica es la que idearon los atenienses en el siglo V a.C., en el
que el pueblo se reunía en asamblea, sin representantes, para hacer las
decisiones por votos.
¿No
será que la realidad se aleja tan polarmente de esta idea de lo que debería ser
la democracia, que tendríamos que empezar a estar preocupados? Cuando consideras
la breve historia de la democracia liberal en el mundo hasta ahora (comienza
con la independencia de Estados Unidos en 1776), es de pensar si acaso jamás ha
existido la verdadera democracia. Llevamos apenas 200 y pico años con este
sistema y aún hemos de ver que verdaderamente se haga la voluntad del pueblo. A
través de complicados procesos electorales, seleccionamos unos representantes
para que ellos participen en las elecciones, donde el voto de la mayoría de la
población votante no es necesaria para que accedan al poder. Una vez que
acceden al gobierno, si consiguen una mayoría, es como si tuvieran una carta
blanca para hacer absolutamente lo que ellos quieren. Y luego nos pegamos los
cuatro años de gobierno quejándonos de las decisiones, tan en contra de nuestra
voluntad, que estos “representantes” nuestros hacen. Y es que este patrón se
repite en Estados Unidos, España, Gran Bretaña, Francia, Alemania, y en todos
lados del mundo. De hecho, es interesante observar que con 9 o 10 millones de
votos (ni siquiera llega a comprender la tercera parte de los votos) un partido
político en España puede ganar unas elecciones con absoluta contundencia y
luego legislar a su gusto sin oposición ninguna durante su tiempo en el poder.
Esta
historia de frustración se repite en todo el mundo. No queremos las guerras que
ellos empiezan, no queremos las deudas que ellos encarrilan, no queremos la
crisis que ellos han creado, y por supuesto que no queremos cargar con las
consecuencias de sus malas decisiones, después que no tuvimos voz en sus
decisiones, ni culpa de su mala gestión.
Quizá eso sea lo que más indigna: ahora que los gobiernos del mundo se han
metido hasta el cuello en deudas y han sumido al planeta en una crisis
económica desproporcionada, quieren que nosotros, a quienes nunca consultaron
cuando gastaban y tomaban prestado en exorbitantes cantidades, paguemos sus
errores y arreglemos lo que ellos han roto. Para tan sólo 200 años de jugar a
democracia, yo diría que lo hemos hecho muy mal. No veo que el sistema tenga arreglo;
es que nunca ha funcionado para empezar. Si esto es democracia, yo no quiero
parte en ella. Necesitamos, y ahora más que nunca, un sistema de gobierno que
sea justo y que sea la voz misma del pueblo. Ojalá seamos capaces de reaccionar
y hacer lo que es mejor para todos de una vez.
-Josué
Luke Knott
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