sábado, mayo 19, 2012


La Democracia


 Una palabra que usamos con total comodidad hoy en día es “democracia”. Parece que todos sabemos de qué se trata; incluso diría que la mayoría de nosotros pensamos que somos expertos en cómo debería ser la
democracia. Es una parte inherente de nuestras vidas hoy en día, cosa que para muchos constituye un auténtico logro de la humanidad.
            Cuando hablamos de democracia, creo que todos pensamos en un gobierno elegido por el pueblo y que gobierna benévolamente a favor del pueblo. Pensamos en un gobierno que existe porque lo ha votado el pueblo y sirve la voluntad del pueblo. Cierto es, que luego este ideal se trastorna un poco en la realidad. Pero bueno, decimos, nunca vamos a vivir en utopía tampoco, ¿verdad? En realidad, la democracia auténtica es la que idearon los atenienses en el siglo V a.C., en el que el pueblo se reunía en asamblea, sin representantes, para hacer las decisiones por votos.
            ¿No será que la realidad se aleja tan polarmente de esta idea de lo que debería ser la democracia, que tendríamos que empezar a estar preocupados? Cuando consideras la breve historia de la democracia liberal en el mundo hasta ahora (comienza con la independencia de Estados Unidos en 1776), es de pensar si acaso jamás ha existido la verdadera democracia. Llevamos apenas 200 y pico años con este sistema y aún hemos de ver que verdaderamente se haga la voluntad del pueblo. A través de complicados procesos electorales, seleccionamos unos representantes para que ellos participen en las elecciones, donde el voto de la mayoría de la población votante no es necesaria para que accedan al poder. Una vez que acceden al gobierno, si consiguen una mayoría, es como si tuvieran una carta blanca para hacer absolutamente lo que ellos quieren. Y luego nos pegamos los cuatro años de gobierno quejándonos de las decisiones, tan en contra de nuestra voluntad, que estos “representantes” nuestros hacen. Y es que este patrón se repite en Estados Unidos, España, Gran Bretaña, Francia, Alemania, y en todos lados del mundo. De hecho, es interesante observar que con 9 o 10 millones de votos (ni siquiera llega a comprender la tercera parte de los votos) un partido político en España puede ganar unas elecciones con absoluta contundencia y luego legislar a su gusto sin oposición ninguna durante su tiempo en el poder.
            Esta historia de frustración se repite en todo el mundo. No queremos las guerras que ellos empiezan, no queremos las deudas que ellos encarrilan, no queremos la crisis que ellos han creado, y por supuesto que no queremos cargar con las consecuencias de sus malas decisiones, después que no tuvimos voz en sus decisiones, ni culpa de su  mala gestión. Quizá eso sea lo que más indigna: ahora que los gobiernos del mundo se han metido hasta el cuello en deudas y han sumido al planeta en una crisis económica desproporcionada, quieren que nosotros, a quienes nunca consultaron cuando gastaban y tomaban prestado en exorbitantes cantidades, paguemos sus errores y arreglemos lo que ellos han roto. Para tan sólo 200 años de jugar a democracia, yo diría que lo hemos hecho muy mal. No veo que el sistema tenga arreglo; es que nunca ha funcionado para empezar. Si esto es democracia, yo no quiero parte en ella. Necesitamos, y ahora más que nunca, un sistema de gobierno que sea justo y que sea la voz misma del pueblo. Ojalá seamos capaces de reaccionar y hacer lo que es mejor para todos de una vez.
                                                                               -Josué Luke Knott 

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